Filosofo San
Agustín. Dios.
En
torno al tema de Dios gira todo el pensamiento agustiniano.
- *Primero como Ser
supremo, Creador y fuente de todas las realidades.
- *Segundo como
Verdad suprema y Luz intelectual, fuente de la verdad de todas las cosas.
- *Tercero, como
Bondad suprema y fuente de bondad en todas las cosas.
El
hombre es incapaz de hacer algo bueno o pensar algo verdadero sin el auxilio
divino.
1. La existencia de Dios
La
existencia de Dios, en cuanto tal no era ningún problema para Agustín, más bien
tendía a poner en duda la propia existencia antes que la de Dios.
Piensa
que los hombres, salvo excepciones -"locura de pocos"- también tienen
un conocimiento de la existencia de Dios como autor del mundo.
Dios
se muestra como existencia evidente ante la razón humana; basta una sencilla
reflexión para probarla y afirmarla con toda certeza. Conoce las pruebas de la
existencia de Dios: por los grados de ser, por la contingencia, por la
causalidad o finalidad.
II. La prueba noológica
Propia
de su pensamiento es la llamada prueba noológica de la existencia de
Dios. En ella no se propone partir de premisas puramente filosóficas, sino que
quiere conducir la simple fe al grado superior de la comprensión de la fe, al intellectus
fidei: comprender con la fe aquello en lo que se cree. No se trata pues de
indagar si Dios existe, sino "como se revela la existencia de Dios"
La
argumentación parte de lo palpable, del indudable hecho de conciencia de
"que tú eres, que tú vives y que tú comprendes" (esse, vivere,
intelligere). En esto se descubre un orden ascendente: de lo simple a lo más
perfecto, de lo exterior a lo interior. La comprensión ocupa el lugar más
alto en la jerarquía, no sólo incluye los otros dos órdenes, sino que
tiene además la facultad de juzgarlos.
Después
Agustín analiza la facultad de conocimiento humana.
El
hombre percibe el mundo exterior con sus órganos de los sentidos. El sentido
interno coordina estas percepciones
Para
que exista el conocimiento se requiere la ratio que juzga. La ratio no
solo puede juzgar sobre lo demás sino que puede reflexionar sobre ella misma,
se plantea si puede haber "algo" en el hombre que esté por encima de
la razón, al que le correspondan, siendo la razón humana mutable, los
predicados de aeternum e incommutabile.
El
que la razón sea inferior a ese "algo" no basta para llamarlo Dios,
debe además estar demostrado que no puede ser superado por nada.
Es
la razón la que debe brindarnos la prueba.
La
cuestión es pues, si existe "algo" que sea común a todos los entes
dotados de razón, que cada uno pueda ver con la razón y el entendimiento porque
es patente para todos.
Y en
efecto se puede demostrar que la razón conoce lo eterno y lo inmutable y que a
la vez es distinta de estos objetos de su conocimiento, puesto que ella misma
es sin duda mutable.
De
entre los muchos ejemplos de posibles verdades inmutables que hay en nuestro entendimiento,
Agustín elige el número. Las leyes matemáticas son patentes a todo pensamiento,
no provienen de la percepción sensible y son independientes de ésta: ya sea que
lo capte o se equivoque nuestro espíritu, siete y tres son siempre diez.
Tras
analizar estas ideas fundamentales, Agustín llega a la conclusión de que existe
una verdad inmutable, que contiene todo aquello que es inmutablemente
verdadero, que es patente a todos, como una luz a la vez secreta y
universal.
Esta
verdad es más excelsa que el entendimiento humano, que no juzga sobre ella sino
conforme a sus reglas y, bajo su luz, también reflexiona sobre sí mismo.
La
razón encuentra en sí algo absoluto, eterno e inmutable: la verdad. Esta verdad
excelsa es Dios, él es el fundamento de todas las verdades. Dios debe existir
como condición de posibilidad de las verdades eternas, las cuales reciben su
valor de verdad de la Verdad
eterna que es el mismo Dios. El pensamiento y el juicio reciben el carácter de
necesidad y universalidad de dicha Verdad.
Como
se ve, la prueba noológica y la teoría del conocimiento (iluminación) forman
una unidad. Ambas dependen de la concepción de verdad que para Agustín es
más que una idea. La verdad es algo ontológico: es lo que es. Dios, en tanto
que verdad, es causa del ser y causa del conocimiento.
Se
objeta que esta argumentación confunde los planos lógico y ontológico.
Esta
objeción no es válida porque Agustín no parte de una verdad lógica sino de la
certeza de la propia existencia a la que pertenecen el esse, el vivere y
elintelligere. El intelligere no es una función del pensamiento, sino
que es una auténtica realidad viviente y personal del hombre. Lo que se
persigue es algo que supere excelsitud la realidad del espíritu humano y que
por ello, lo sustente y a la vez lo ilumine. La estructura de la prueba noológica
ya implica que Dios es aquella realidad que supera el pensamiento humano y, por
ende, no puede ser aprehendida por éste. De allí la inefabilidad última de Dios
y las afirmaciones agustinianas que recurren a la teología negativa y concluyen
en definitiva en la docta ignorantia: "[el alma] conoce cómo no
lo conoce"
III. El
itinerario existencial
Es
un procedimiento que va ascendiendo por grados hasta llegar a Dios. Tiene tres
etapas, en que va pasando de lo exterior a lo interior, y de lo interior a lo
superior.
·
En las cosas exteriores del mundo corpóreo se pregunta si puede
encontrar en ellas al Dios que busca. Las cosas contestan: No somos tu dios,
Dios está sobre nosotras.
·
2. Penetra en su propia interioridad y prosigue en su alma la
búsqueda. En el análisis de las facultades -sentidos, memoria- y en la
multiplicación de las imágenes tampoco lo encuentra.
·
3. En el fondo más recóndito de su alma encuentra la verdad y el
bien. Dios está por encima de los sentidos y la memoria, es íntimo y a la vez
trascendente al hombre: "Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan
nueva...tu estabas dentro mío y yo te buscaba fuera.."
IV. Naturaleza de Dios
Que
Dios sea incomprensible no impide hablar de él por analogías. Dios es la Verdad suma y lo supremo
inteligible: por mucho que nos esforcemos nuestras facultades cognoscitivas
siempre serán deficientes para llegar a Dios. Por ser superior a todas
nuestras categorías de nuestro pensamiento es indefinible. Los nombres y
predicados que le atribuimos a Dios son deficientes e inadecuados: no podemos
atribuirla nada positivamente. Dios es inefable, se le conoce mejor
ignorándolo.
Dios
es absolutamente trascendente y absolutamente incognoscible. Es el Ser en sí
mismo (id ipsum esse) y la realidad suprema, principio y fuente de todos los
seres: el nombre que mejor expresa su naturaleza es el que Él se dió a sí
mismo: "Yo soy el que soy". Dios es la sola y única realidad
absoluta.
Dios
es la Esencia
inmutable: nada puede adquirir, ni perder. Es perfecto y se basta absolutamente
a sí mismo. Es la Esencia
de todo. No hay más que un solo Dios y un solo principio de todas las cosas.
Es
la bondad suprema: bonum omnis boni. Es el summun bonum y
elsummus bonus. Todo lo que es bueno, es bueno por él.
Pese
a las esporádicas referencias a la
Escritura , las determinaciones de la esencia de Dios como la
verdad, el ser y lo bueno son resultado de una reflexión filosófica
neoplatónica e independientes del cristianismo; pero ello no quiere decir que
sean falsas o insignificantes desde la perspectiva cristiana.
Un
caso distinto es el de la Trinidad, el principio de que Dios es
trino. Este concepto que afirma la trascendencia y la unidad divinas, proviene
estrictamente de la doctrina cristiana.
El
análisis de la estructura triádica de la creación, en particular del alma
humana, se convierte en conocimiento indirecto de la Trinidad.
Por
medio de la analogía Agustín se propone llegar al conocimiento del Dios
trinitario partiendo del autoconocimiento del hombre. Para ello somete a la
conciencia como tal a un detallado análisis filosófico.
Soy un ser que conozco y que quiero,
conozco que soy y que quiero,
y
quiero ser y conocer.
La
esencia permanece inalterable; reconocemos tres aspectos en la indivisible
unidad de la vida
La
terna memoria, intelecto y voluntad constituyen una unidad esencial, pese a su
diversidad relativa, cada uno de estos elementos es lo que es mediante los
otros dos. No son tres vidas, sino una vida, y no son tres espíritus, sino un
espíritu, no son en consecuencia, tres sustancias sino una sustancia.
Las
tres facultades fundamentales del espíritu humano no se pueden comprender
adecuadamente con las categorías de sustancia y accidente. Se da en ellas
una relatio esencial, sin que haya diversidad sustancial en sus
elementos. Ninguna de las relaciones se convierte en accidente por su
"ser en otro". La referencia, el esse ad subsiste en unidad
esencial, es el espíritu humano.
Aunque
los vestigios de la Trinidad
se muestren con especial claridad en el espíritu humano, toda la creación acusa
una estructura triádica. La relación con el Creador es esencial para todo lo
que es.
No
hay aquí un rechazo a la teoría aristotélica de las categorías, simplemente se
dice que ellas no son aplicables al espíritu humano ni a Dios. Lo que sí
se perfila aquí una nueva y mayor valoración de la categoría de relatio.
V. San
Agustín, Platón, Plotino: Dios
·
El argumento de Dios como condición de las verdades eternas, las
cuales reciben su valor de verdad de Dios, repite el argumento con que Platón
demostraba la existencia de las Ideas, sostenidas por la idea de Bien.
·
Las Ideas o arquetipos platónicos, modelos ejemplares de la obra
del Demiurgo, se transforma en Agustín: En Dios, en el Verbo Eterno, existen
desde toda la eternidad las ideas ejemplares, modelos o arquetipos, pero como
idénticas y consustanciales a la misma esencia divina. No es un mundo distinto
de Dios, sino las mismas ideas existentes en su inteligencia eterna.
·
Procede de Plotino la afirmación de Dios como Unidad, como
principio trascendente de todo ser.
·
Es de inspiración similar la insistencia en la absoluta
autosuficiencia de Dios: vida interior de amor y autoconocimiento. La actividad
divina esencial consiste en amor y contemplación vueltos hacia el interior. Los
actos de Dios sobre las criaturas son secundarios
·
Agustín y los Padres aplicaban para entender la Trinidad , elementos de
las concepciones de Plotino acerca de lo divino, aunque con otras
interpretaciones: La segunda persona de la Trinidad , el Hijo, la Sabiduría divina, recibe
lo afirmado sobre la
Inteligencia divina; la actividad del Espíritu Santo se
aproxima a la concepción del Alma superior del universo.
Chavez Yesica
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