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miércoles, 30 de mayo de 2012

Filosofo san agustin. Dios.


                                                                                                                          
Dios en el pensamiento de San Agustin

Filosofo San Agustín. Dios.

En torno al tema de Dios gira todo el pensamiento agustiniano.
  • *Primero como Ser supremo, Creador y fuente de todas las realidades.
  • *Segundo como Verdad suprema y Luz intelectual, fuente de la verdad de todas las cosas.
  • *Tercero, como Bondad suprema y fuente de bondad en todas las cosas.
El hombre es incapaz de hacer algo bueno o pensar algo verdadero sin el auxilio divino.

1. La existencia de Dios
La existencia de Dios, en cuanto tal no era ningún problema para Agustín, más bien tendía a poner en duda la propia existencia antes que la de Dios.
Piensa que los hombres, salvo excepciones -"locura de pocos"- también tienen un conocimiento de la existencia de Dios como autor del mundo.
Dios se muestra como existencia evidente ante la razón humana; basta una sencilla reflexión para probarla y afirmarla con toda certeza. Conoce las pruebas de la existencia de Dios: por los grados de ser, por la contingencia, por la causalidad o finalidad.

II. La prueba noológica
Propia de su pensamiento es la llamada prueba noológica de la existencia de Dios. En ella no se propone partir de premisas puramente filosóficas, sino que quiere conducir la simple fe al grado superior de la comprensión de la fe, al intellectus fidei: comprender con la fe aquello en lo que se cree. No se trata pues de indagar si Dios existe, sino "como se revela la existencia de Dios"
La argumentación parte de lo palpable, del indudable hecho de conciencia de "que tú eres, que tú vives y que tú comprendes" (esse, vivere, intelligere). En esto se descubre un orden ascendente: de lo simple a lo más perfecto, de lo exterior a lo interior. La comprensión  ocupa el lugar más alto  en la jerarquía, no sólo incluye los otros dos órdenes, sino que tiene además la facultad de juzgarlos.
Después Agustín analiza la facultad de conocimiento humana.
El hombre percibe el mundo exterior con sus órganos de los sentidos. El sentido interno coordina estas percepciones
Para que exista el conocimiento se requiere la ratio que juzga. La ratio no solo puede juzgar sobre lo demás sino que puede reflexionar sobre ella misma, se plantea si puede haber "algo" en el hombre que esté por encima de la razón, al que le correspondan, siendo la razón humana mutable, los predicados de aeternum  e incommutabile.
El que la razón sea inferior a ese "algo" no basta para llamarlo Dios, debe además estar demostrado que no puede ser superado por nada.
Es la razón la que debe brindarnos la prueba.
La cuestión es pues, si existe "algo" que sea común a todos los entes dotados de razón, que cada uno pueda ver con la razón y el entendimiento porque es patente para todos.
Y en efecto se puede demostrar que la razón conoce lo eterno y lo inmutable y que a la vez es distinta de estos objetos de su conocimiento, puesto que ella misma es sin duda mutable.
De entre los muchos ejemplos de posibles verdades inmutables que hay en nuestro entendimiento, Agustín elige el número. Las leyes matemáticas son patentes a todo pensamiento, no provienen de la percepción sensible y son independientes de ésta: ya sea que lo capte o se equivoque nuestro espíritu, siete y tres son siempre diez.
Tras analizar estas ideas fundamentales, Agustín llega a la conclusión de que existe una verdad inmutable, que contiene todo aquello que es inmutablemente verdadero, que es patente a todos, como una luz a la vez secreta  y universal.
Esta verdad es más excelsa que el entendimiento humano, que no juzga sobre ella sino conforme a sus reglas y, bajo su luz, también reflexiona sobre sí mismo.
La razón encuentra en sí algo absoluto, eterno e inmutable: la verdad. Esta verdad excelsa es Dios, él es el fundamento de todas las verdades. Dios debe existir como condición de posibilidad de las verdades eternas, las cuales reciben su valor de verdad de la Verdad eterna que es el mismo Dios. El pensamiento y el juicio reciben el carácter de necesidad y universalidad de dicha Verdad.
Como se ve, la prueba noológica y la teoría del conocimiento (iluminación) forman una unidad. Ambas dependen de la concepción de verdad  que para Agustín es más que una idea. La verdad es algo ontológico: es lo que es. Dios, en tanto que verdad, es causa del ser y causa del conocimiento.
Se objeta que esta argumentación confunde los planos lógico y ontológico.
Esta objeción no es válida porque Agustín no parte de una verdad lógica sino de la certeza de la propia existencia a la que pertenecen el esse, el vivere y elintelligere. El intelligere no es una función del pensamiento, sino que es una auténtica realidad viviente y personal del hombre. Lo que se persigue es algo que supere excelsitud la realidad del espíritu humano y que por ello, lo sustente y a la vez lo ilumine. La estructura de la prueba noológica ya implica que Dios es aquella realidad que supera el pensamiento humano y, por ende, no puede ser aprehendida por éste. De allí la inefabilidad última de Dios y las afirmaciones agustinianas que recurren a la teología negativa y concluyen en definitiva en la docta ignorantia: "[el alma] conoce cómo no lo conoce"

III. El itinerario existencial
Es un procedimiento que va ascendiendo por grados hasta llegar a Dios. Tiene tres etapas, en que va pasando de lo exterior a lo interior, y de lo interior a lo superior.
·         En las cosas exteriores del mundo corpóreo se pregunta si puede encontrar en ellas al Dios que busca. Las cosas contestan: No somos tu dios, Dios está sobre nosotras.
·         2. Penetra en su propia interioridad y prosigue en su alma la búsqueda. En el análisis de las facultades -sentidos, memoria- y en la multiplicación de las imágenes tampoco lo encuentra.
·         3. En el fondo más recóndito de su alma encuentra la verdad y el bien. Dios está por encima de los sentidos y la memoria, es íntimo y a la vez trascendente al hombre: "Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva...tu estabas dentro mío y yo te buscaba fuera.."

 IV. Naturaleza de Dios
Que Dios sea incomprensible no impide hablar de él por analogías. Dios es la Verdad suma y lo supremo inteligible: por mucho que nos esforcemos nuestras facultades cognoscitivas siempre serán deficientes para llegar a Dios. Por ser  superior a todas nuestras categorías de nuestro pensamiento es  indefinible. Los nombres y predicados que le atribuimos a Dios son deficientes e inadecuados: no podemos atribuirla nada positivamente. Dios es inefable, se le conoce mejor ignorándolo.
Dios es absolutamente trascendente y absolutamente incognoscible. Es el Ser en sí mismo (id ipsum esse) y la realidad suprema, principio y fuente de todos los seres: el nombre que mejor expresa su naturaleza es el que Él se dió a sí mismo: "Yo soy el que soy". Dios es la sola y única realidad absoluta.
Dios es la Esencia inmutable: nada puede adquirir, ni perder. Es perfecto y se basta absolutamente a sí mismo. Es la Esencia de todo. No hay más que un solo Dios y un solo principio de todas las cosas.
Es la bondad suprema: bonum omnis boni. Es el summun bonum y elsummus bonus. Todo lo que es bueno, es bueno por él.
Pese a las esporádicas referencias a la Escritura, las determinaciones de la esencia de Dios como la verdad, el ser y lo bueno son resultado de una reflexión filosófica neoplatónica e independientes del cristianismo; pero ello no quiere decir que sean falsas o insignificantes desde la perspectiva cristiana.
Un caso distinto es el de la Trinidad, el principio de que Dios es trino. Este concepto que afirma la trascendencia y la unidad divinas, proviene estrictamente de la doctrina cristiana.
El análisis de la estructura triádica de la creación, en particular del alma humana, se convierte en conocimiento indirecto de la Trinidad.
Por medio de la analogía Agustín se propone llegar al conocimiento del Dios trinitario partiendo del autoconocimiento del hombre. Para ello somete a la conciencia como tal a un detallado análisis filosófico.
                                               Soy un ser que conozco y que quiero,
                                               conozco que soy y que quiero,
                                               y quiero ser y conocer.
La esencia permanece inalterable; reconocemos tres aspectos en la indivisible unidad de la vida
La terna memoria, intelecto y voluntad constituyen una unidad esencial, pese a su diversidad relativa, cada uno de estos elementos es lo que es mediante los otros dos. No son tres vidas, sino una vida, y no son tres espíritus, sino un espíritu, no son en consecuencia, tres sustancias sino una sustancia.
Las tres facultades fundamentales del espíritu humano no se pueden comprender adecuadamente con las categorías de sustancia y accidente.  Se da en ellas una relatio esencial, sin que haya diversidad sustancial en sus elementos.  Ninguna de las relaciones se convierte en accidente por su "ser en otro". La referencia, el esse ad subsiste en unidad esencial, es el espíritu humano.
Aunque los vestigios de la Trinidad se muestren con especial claridad en el espíritu humano, toda la creación acusa una estructura triádica. La relación con el Creador es esencial para todo lo que es.
No hay aquí un rechazo a la teoría aristotélica de las categorías, simplemente se dice que ellas no son aplicables al  espíritu humano ni a Dios. Lo que sí se perfila aquí una nueva y mayor valoración de la categoría de relatio.

 V. San Agustín, Platón, Plotino: Dios
·   El argumento de Dios como condición de las verdades eternas, las cuales reciben su valor de verdad de Dios, repite el argumento con que Platón demostraba la existencia de las Ideas, sostenidas por la idea de Bien.
·   Las Ideas o arquetipos platónicos, modelos ejemplares de la obra del Demiurgo, se transforma en Agustín: En Dios, en el Verbo Eterno, existen desde toda la eternidad las ideas ejemplares, modelos o arquetipos, pero como idénticas y consustanciales a la misma esencia divina. No es un mundo distinto de Dios, sino las mismas ideas existentes en su inteligencia eterna.
·   Procede de Plotino la afirmación de Dios como Unidad, como principio trascendente de todo ser.
·   Es de inspiración similar la insistencia en la absoluta autosuficiencia de Dios: vida interior de amor y autoconocimiento. La actividad divina esencial consiste en amor y contemplación vueltos hacia el interior. Los actos de Dios sobre las criaturas son secundarios
·   Agustín y los Padres aplicaban para entender la Trinidad, elementos de las concepciones de Plotino acerca de lo divino, aunque con otras interpretaciones: La segunda persona de la Trinidad, el Hijo, la Sabiduría divina, recibe lo afirmado sobre la Inteligencia divina; la actividad del Espíritu Santo se aproxima a la concepción del Alma superior del universo.
 Chavez Yesica

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