¿Que es la Muerte?
La muerte es, en esencia, un proceso terminal que consiste en la extinción del proceso homeostático de un ser vivo y, por ende, concluye con el fin de la vida. El proceso de fallecimiento -aunque está totalmente definido en algunas de sus fases desde un punto de vista neurofisiológico, bioquímico y médico-, aún no es del todo comprendido en su conjunto desde el punto de vista termodinámico y neurológico y existen discrepancias científicas al respecto. Adicionalmente no se ha definido científicamente en qué parte del proceso está el umbral en que se pasa de la vida a la muerte.
El Filosofo Lucrecio en su libro III de "De la naturaleza de las cosas".
La muerte nada es, ni nos importa,
puesto que es de mortal naturaleza:
y a la manera que en el tiempo antiguo
cuando el cartaginés con grandes fuerzas
llegó por todas partes a embestirnos;
cuando tembló todo el romano imperio
con trépido tumulto, sacudido
de horrible guerra en los profundos aires;
cuando el género humano en mar y tierra
suspenso estuvo sobre cuál de entrambos
vendría a subyugarle; pues lo mismo,
luego que no existamos, y la muerte
hubiere separado cuerpo y alma,
los que forman unidos nuestra esencia,
nada podrá sin duda acaecernos
y darnos sentimiento, no existiendo:
aunque el mar se revuelva con la tierra,
y aunque se junte el mar con las estrellas.
Y aunque el alma y espíritu tuvieran
sensaciones después de divididos,
interés no tomáramos en ello;
siendo nosotros sólo el resultado
del enlace y unión del alma y cuerpo:
ni aunque después de muertos recogiese
nuestra materia el tiempo, y la juntase
segunda vez como al presente se halla,
y a la luz de la vida nos volviese,
este renacimiento nada fuera
siendo una vez cortada la existencia.
Ninguno de nosotros se molesta
por lo que un tiempo fue, ni se entristece
por los sujetos que ha de hacer el tiempo
de la materia nuestra. Pues si miras
la inmensidad de los pasados siglos
y la asombrosa variedad que tienen
todos los movimientos de materia,
podrás tú conocer muy fácilmente
que en el orden actual se han combinado
más de una vez los mismos elementos.
Esto no lo comprende la memoria,
porque ha mediado pausa en nuestra vida
y se han extraviado los principios
de nuestras almas con los movimientos
nuevos enteramente a los sentidos.
No hay, pues, por qué temer desgracia alguna
si se vive aquel tiempo que podría
dejarse ésta sentir. Como la muerte,
quitando de la vista aquel sujeto
a quien pueden caber los infortunios
que sufrimos nosotros al presente,
su existencia anterior del todo anula,
nada debe temer; ni desgraciado
se puede hacer el hombre que no existe:
Y aquél a quien robó la eterna muerte
una vida mortal, se halla lo mismo
que si nunca jamás nacido hubiera.
Por eso, cuando veas indignarse
un hombre por la suerte que le espera
después de muerto, por servir de pasto
a los gusanos, o por ser quemado,
o desgarrado con ferinos dientes,
no es en verdad sincero, y en su pecho
no advierte la inquietud mal desenvuelta:
Si le oímos no duda que la muerte
acabe en él cualquiera sentimiento:
pero no es consiguiente, me parece:
no muere todo él, y sin saberlo
deja subsistir siempre parte suya.
Pues cuando en vida llega a imaginarse
que será desgarrado su cadáver
por las aves y fieras, se lamenta
de su mismo infortunio y desventura;
porque no se despoja de sí mismo
ni del caído cuerpo se retira
bastante el infeliz, y se figura
que existe aún, y sin dejar su lado,
le anima con su propio sentimiento:
Porque si es ciertamente una desgracia
en la muerte servir de pasto a fieras,
encuentro yo no ser menos sensible
ser tostado con fuegos y con llamas,
o ahogado con la miel, o bien transido
de frío, cuando yace en el sepulcro
de mármol frío, y ser pisoteado
además de oprimido con la tierra.
No te verá ya, empero, alegre casa,
no te verá la esposa virtuosa,
ni los dulces hijuelos al encuentro
saldrán corriendo a arrebatar tus besos
de tácita dulzura hinchendo el pecho:
Ni a ti, ni a tus amigos escudarte
podrás jamás con tus gloriosos hechos:
«¡Infeliz! ¡Oh infeliz! dicen; un día
fatal te roba todas las delicias
de la vida feliz»; pero no añaden:
«Ya no te queda sentimiento alguno.»
Si esta verdad tuvieran bien sabida,
y siguiera la práctica a sus dichos,
de gran pena y de miedo se libraran.
En un sopor tus párpados sumidos
con la muerte, en los siglos venideros
no te molestarán seguramente
dolores melancólicos: empero,
al lado de las lúgubres hogueras
derramaremos lágrimas a mares
nosotros sobre ti, ya hecho ceniza;
ni el tiempo borrará de nuestro pecho
el eterno dolor. Si preguntamos
qué significa amor tan acendrado,
si todo para en sueño y en reposo,
¿a qué podrirnos en perpetuo llanto?
Basicamente lo que intenta decir lucrecio es que de nada vale preucuparce por la muerte ya que es algo natura, también que al morir el cuerpo queda separado del alma que junto forman esencia, y que una ves separados por mas que se vuelvan a enlazar la luz de la vida no volverá.
Dice que aquel que se queja de como terminara su cadáver (comido por los gusanos, etc) no es sincero ya que una vez muerto no sentira dolores ni preocupaciones, que es en vano ponerse triste ya que tiene la dicha de encontrar en la muerte la vida eterna, y que una vez muerto nos hallamos en la misma situacion que si no hubiera nacido.
San Agustín de Hipona dijo lo siguiente:
La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.
Yo soy yo, vosotros sois vosotros.
Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo
Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. No uséis un tono diferente.
No toméis un aire solemne y triste.
Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.
Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.
La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?
¿Veis? Todo está bien.
No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudierais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos ¡Si pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
Creedme: Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me encadenaban\ y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volveréis a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.
AMÉN.
Lo que San Agustín expresa es que después de la muerte esta la recompensa de lo todo lo que vivimos ya que estaremos en el paraíso junto con nuestro creador que es aquel ser mas bueno y puro, que nos ama sinceramente, y que aquel lugar en donde estaremos sera el mas hermoso que jamas hallamos visto y que en este mundo no hay belleza que pueda compararse. Por lo cual pide que cuando recordemos a aquel ser amado que la muerte nos quito no nos pongamos triste ya que una vez muerto se halla mejor que en vida.
Martínez Verónica.


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